lunes, 30 de mayo de 2011

Unidad 14. La Edad Antigua.





1. COMPLETA: Cada siglo comprende
 cien años. Un milenio está formado por mil años. El siglo I comienza en el año 1 y termina en el año 100. Los demás siglos son consecutivos.


2. ¿Qué quiere decir a.C  y  d.C?
Nosotros contamos el tiempo tomando como referencia el nacimiento de Jesucristo, que es el año 1.
Los años anteriores al año 1, son años antes de Cristo (a.C) y se cuentan hacia atrás.
Los años posteriores al año 1, son años después de Cristo ( d.C) y se cuentan de forma consecutiva, (hacia delante), hasta la actualidad.


3. ¿Cuál es el año anterior al 1 d.C? ¿Y cuál va después? El año anterior al 1 d.C es el  año 1 a.C. Después del año 1.d.C va el año 2 d.C.


4. ¿A qué siglos corresponden los años que acabas de mencionar? El año 1 a.C corresponde al siglo I a.C y el año 1 d.C, corresponde al siglo I d.C.


5. ¿Qué año precede al 1.236 a.C? Le precede el año 1.237 a.C.


6. ¿Qué pueblos habitaban la Península Ibérica en el primer milenio a.C?
En el primer milenio a.C , en la Península Ibérica habitaban dos grupos: los íberos y los celtas.


7. Enumera tres características de los pueblos íberos y otras tres de los pueblos celtas.
Los pueblos íberos: habitaban en el sur y el este de la Península; vivían en poblados amurallados con casas rectangulares y comerciaban con las colonias fenicias y griegas de la costa mediterránea.
Los pueblos celtas: habitaban en la Meseta y en la costa atlántica de la Península; vivían en poblados amurallados y elevados llamados castros en casas circulares y se dedicaban principalmente a la ganadería.


8. Observa el mapa 2 de la página 186 del libro de C. del Medio. ¿Qué zonas de la Península ocupaban los pueblos íberos? ¿Y los pueblos celtas?
Los pueblos íberos ocupaban el sur y el este de la Península. Los pueblos celtas ocupaban la Meseta y la costa atlántica.


9. Completa la tabla.        
COLONIAS FENICIAS
COLONIAS GRIEGAS
COLONIAS CARTAGINESAS
Gadir, Sexi,Malaka, Abdera

Rhode, Emporion, Sagunto, Hemeroskopeion
Ebyssos, Cartago Nova


10. Contesta V o F
 F Los iberos no se organizaban en tribus.
 F  Los fenicios, los griegos y los cartagineses llegaron por tierra a la Península.
V  Los celtas se organizaban en tribus.
V Los griegos fundaron Denia.
F Los cartagineses eran especialistas en fabricar objetos de metal.


11. ¿Cuándo comenzó la conquista romana? ¿En qué año terminó?  ¿Cuántos años duró? ¿Por qué fue tan larga?
La conquista romana comenzó en el año 218 a.C, cuando los romanos desembarcaron en Ampurias para enfrentarse a los cartagineses. Terminó en el año 19 a.C y duró casi doscientos años. Fue tan larga porque los romanos tuvieron que hacer frente a la fuerte resistencia de los  pueblos del interior, el oeste y el norte de la Península Ibérica.


12. ¿Cómo organizaron los romanos el territorio de Hispania? Los romanos dividieron el territorio en provincias y pusieron al frente de cada una de ellas a un gobernador


13. Explica qué es la romanización y cómo se romanizó Hispania. La romanización es el proceso mediante el cual la población hispana fue adaptando las costumbres de los romanos. Hispania se romanizó gracias a los legionarios, que fundaron ciudades y se establecieron en el territorio; al latín y las leyes romanas; y a la adopción del cristianismo como religión oficial.


14. ¿Qué diferencia había entre las personas libres y los esclavos? Las personas libres tenían muchas diferencias económicas entre sí, pero no pertenecían a nadie. Los esclavos, sin embargo, eran propiedad de otra persona y trabajaban en el campo, en el servicio doméstico, en las minas o en el circo romano.


15. Di el nombre de las cinco provincias romanas que se habían creado en Hispania en el siglo III d.c
El nombre de las cinco provincias romanas que se habían creado en Hispania en el siglo III d.c eran: Bética, Lusitania, Tarraconense, Gallaecia y Cartaginense.


16. ¿Qué fue Tartessos? ¿Cómo vivían los tartesios?
Tartessos es el nombre del reino surgido a finales de la Edad de los Metales en el valle del Guadalquivir. Los tartesios cultivaban cereales y frutas, extraían la sal del mar, tenían su propia cultura y dominaban la metalurgia y la minería. Además, comerciaban con los pueblos colonizadores asentados en la costa andaluza: griegos y fenicios.


17. ¿Qué pueblos habitaron Andalucía tras los tartesios? Hacia el año 500 a.C.
Varios pueblos íberos habitaron el territorio andaluz: los turdetanos, los bastetanos y los túrdulos.


18. ¿Qué aportaciones de los romanos contribuyeron al desarrollo de Andalucía?  Cita algunos ejemplos.
Las nuevas ciudades, las calzadas y las innovaciones económicas: mejores técnicas de cultivos de cereales, vides y olivos, los avances en la extracción de minerales y el fomento del comercio.


19. ¿Qué eran las calzadas romanas?
Las calzadas romanas eran carreteras de piedra.



20. Di el nombre de algunos personajes que nacieron en la Bética en la época del Imperio romano.
El emperador Trajano, nacido en Itálica, el filósofo cordobés Séneca, el escritor Columela y el poeta Lucano.


21. Ordena estos hechos desde el más antiguo al más reciente. Después subraya en rojo los que han sucedido antes de la conquista romana y en verde lo que ha sucedido después.
Fundación de Emporion.
 3 Fin del reino de Tartessos.
 6  División de Hispania en  cinco provincias.
1  Fundación de Gadir.
 4 Fundación de Cartago Nova.
 7 El cristianismo, religión oficial del Imperio romano.
 5 Desembarco de los romanos en Ampurias.


22. Di la diferencia que hay entre los hechos sucesivos y los hechos simultáneos?  Pon un ejemplo de cada caso.
Los hechos sucesivos ocurren unos detrás de los otros. Por ejemplo, el desembarco de los romanos en Ampurias en el año 218 a.C., la conquista de Hispania y la romanización.
Los hechos simultáneos suceden al mismo tiempo. Por ejemplo, el desarrollo de los iberos y la colonización de los fenicios en la costa andaluza, tuvieron lugar a la vez, en los primeros siglos del primer milenio a.C. Así, los iberos y los fenicios convivieron.

domingo, 29 de mayo de 2011

Cuentos contra los malos hábitos.





            El hombre fumador                                      (Alba Aguilera Cabello)


Érase una vez un hombre que fumaba mucho. La hija le decía:
- Papá no fumes más que es malo.
- Anda hija ¡tú que sabrás del tabaco!
A la semana siguiente el padre empezó a sentirse mal y fue al médico
-Buenas tardes, doctor
-Buenas tardes José Antonio, ¿cómo te va?
- Desde hace dos semanas me encuentro mal.
         -¿Que te duele?
         - Me duele el pecho.
         - Bueno pues te haremos algunas pruebas
         - Vale, muchas gracias por haberme atendido.
- De nada es mi trabajo.
A la semana siguiente lo llamaron de la Clínica Figueroa para recoger el resultado de las pruebas
- Hola, buenas tardes
- Buenas tardes
- Los resultados no son nada buenos…
José Antonio se fue muy preocupado, con lo que le había dicho el doctor. A los tres meses estaba peor. Entonces le dijeron que tenían que ingresarlo ya.
Lo ingresaron y lo llevaron al quirófano para operarlo. Antes de empezar la operación, la hija que estaba en la sala de espera, vio a un duende vestido de verde, con una larga barba blanca. Solo lo veía ella. El duende le dijo:
- Te concedo un deseo.
- Quiero que mi padre salga bien de la operación.
- Te lo concedo si tu padre no vuelve a fumar más.
- De acuerdo, yo me encargaré de convencerlo.
El duende desapareció.
La operación salió bien y el padre se convenció de que fumar es malo para la salud. Su hija estaba muy contenta y fueron muy felices. La niña no volvió a ver nunca más al duende.

    


         Los tres amigos                         (Alba Blanco Ruiz)

Érase una vez unos hombres que charlaban en la plaza de un pueblo. Eran Juan el zapatero, Martín  el tendero y Pedro el panadero. Pensaban en cómo solucionar los problemas que tenía cada uno.
        De repente se acercó a ellos un hombre con una pinta extraña que les dijo:
        -¡Hola! Mi nombre es Fulgencio Fernández. He escuchado vuestra conversación y tengo  un remedio para vuestro problema.
        Los tres amigos se quedaron muy sorprendidos. Juan le preguntó:
        - ¿De qué se trata?
        El hombre le respondió:
        -Es una bebida que os hará cumplir vuestros sueños y solucionar vuestros problemas.
         Todos querían comprar esa bebida tan fantástica. 
        -Yo quiero ser el primero en comprarla – dijo Martín.
        -Yo seré el segundo-le dijo Pedro.
        Por último dijo Juan:
        - Yo no quiero quedarme sin una botella.
        Compraron sus botellas y se las bebieron. Al poco rato se empezaron a marear y los tres se cayeron en redondo al suelo. La bebida era un licor muy fuerte y estaban borrachos.
        Soñaron que eran luchadores de la prehistoria y se enfrentaban a animales salvajes para salvar a su pueblo.
        Al cabo de muchas horas se despertaron y entonces se dieron cuenta de que se habían emborrachado. Los problemas no se habían solucionado. Sólo habían perdido mucho dinero con “esa bebida milagrosa” y se habían pasado toda la tarde durmiendo.
        Desde aquel día ya no volvieron a confiar de los que venden productos que todo lo curan y no bebieron jamás bebidas alcohólicas. 






 Los dos amigos que no estaban de acuerdo.   (Alicia Coronilla Jiménez)

Había una vez dos amigos que no estaban de acuerdo. Uno se llamaba Hugo y el otro Eduardo.
Hugo fumaba mucho y Eduardo no estaba de acuerdo, porque fumar daña los pulmones.
- Eduardo, toma este cigarrillo, anda – le dijo Hugo.
- No, yo no quiero fumar porque es malo para los pulmones.
Hugo siguió insistiendo hasta que Eduardo se enfadó y dijo:
- ¡Hugo no te enteras que no quiero fumar!
- Vale, pues tú te lo pierdes.
- ¡No me digas!, pues cuando te quedes sin respiración te vas a acordar de mí.
- Ja, ja, ja lo que tú digas –dijo, riéndose de él.
Entonces Hugo y Eduardo se pelearon. Pasaron los meses y todavía no se habían perdonado. Se veían por la calle y en el supermercado y no se hablaban.
Cuando pasaron nueve meses, Hugo se puso malo sin poder respirar porque se asfixiaba de tanto fumar. Hugo estaba muy enfermo y llamó a la ambulancia rápidamente. Cuando llegó al hospital lo metieron en quirófano.
Eduardo era tan buena persona que cuando se enteró de que su amigo estaba en el hospital, fue a visitarlo. Le preguntó antes de la operación:
- ¿Estás mejor?
- No, creo que me voy a morir.
- Hugo te dije que fumar era malo –  le dijo llorando.
-Verdad, si te hubiera hecho caso desde el principio no estaría yo aquí en este momento, perdóname por favor.
-Te perdono amigo mío, pero cuando salgas de aquí prométeme que no vas a fumar más.
-Te lo prometo.
Los dos amigos  por fin se perdonaron.
Pasó un mes y Hugo todavía no había salido del hospital pero ya estaba mucho mejor. Una semana más tarde Hugo salió del hospital y se encontró con su amigo Eduardo, y Hugo dijo:
- ¡Ya estoy aquí de nuevo contigo!
- ¡Sí! Pero no vayas a fumar más, por favor
- Claro yo ya no voy a fumar más Eduardo yo te lo prometí.
- Gracias por estar de acuerdo conmigo.
- Gracias a ti Hugo por hacerme caso esta vez.
Hugo y Eduardo estaban muy contentos y estaban planeando montar una clínica para las personas que fuman dejen de fumar.
Pasó un año y ya estaba hecha. Empezaron a llegar clientes, y ellos a todos le daban cigarrillos de mentira de todos sabores, para dejar de fumar. Al cabo de unos meses el pueblo estaba mucho mejor y había muchas personas menos fumando. Los niños en los parques y sus padres estaban muy contentos porque  no había humo de los fumadores.
 Un día Hugo y Eduardo se encontraron un perro pequeñito por la calle. Era de color marrón claro y hablaba. Los dos amigos se quedaron muy sorprendidos. El animal estaba muy triste.
- ¿Por qué hablas? ¿Qué te pasa? – le preguntó Hugo
- Sé hablar porque un mago me ha encantado. Estoy muy triste.
- ¿Por qué?
- Porque nadie me quiere a su lado
- Bueno, nosotros te vamos a ayudar.
Los tres se dieron un paseo. Luego se fueron para casa y le dieron un baño al perrito. Después fueron al supermercado y compraron pienso para el perrito.
        Los dos amigos se quedaron a vivir juntos con el perrito, que le pusieron de nombre Canelo y ayudaron a muchas personas a dejar el tabaco en la clínica. Fueron muy felices.





          El tabaco                        (Carmen Díaz Álvarez)

Érase una vez en un pueblo muy lejano donde se fumaba mucho. Las personas se morían muy jóvenes. Una niña le preguntó a su padre:
- Papá, ¿por qué cada vez mueren más personas por el tabaco?
- Porque fumar es malo para los pulmones.
La niña se fue para su habitación y pensó lo que le había dicho su padre. Al día siguiente, le preguntó a su madre:
- Mama ¿qué se podría hacer para que la gente no muriese por el tabaco?
- Pues si te digo la verdad no lo sé .
La niña se fue a su habitación sin saber qué hacer y entonces se le ocurrió una idea.  Con la ayuda de un libro de magia que se había encontrado en el campo, inventó un jarabe para quitar las ganas de fumar. 
Después se lo dio a un hombre que fumaba y al momento no tenía ganas de fumar. El jarabe funcionó y todas las personas que lo probaron dejaban de fumar.
Pero todavía había personas que fumaban y otros que necesitaban operarse. Pero las personas le daban miedo entrar en el quirófano. Los doctores salieron en un programa de televisión para animar a los que necesitaban operarse.
Pocos días después una mujer que estaba enferma de los pulmones por culpa del tabaco se operó y salió bien de la operación.
Poco a poco fueron operándose las demás personas enfermas. Con la ayuda del  jarabe las personas dejaban de fumar y poco a poco, todas las personas estuvieron sanas.
Pensaron cambiar el nombre del pueblo. Lo llamaron Pueblo Sano.
Desde entonces todos fueron muy felices. Venían muchas personas a visitar el pueblo, porque era muy bonito y no había contaminación.





  El hombre que se aficionó a la bebida   (Adolfo Espejo Mena)

        Un hombre iba paseando por la calle y se encontró una botella de licor. Cuando llegó a su casa se la bebió. Al día siguiente se compró varias botellas de licor. Desde entonces  se aficionó a beber.
        Un día, después de desayunar se fue al trabajo. Cuando llegó, bebió a escondidas un poco de la botella de licor que llevaba escondida. Empezó  a tropezar con las mesas y las sillas. Sus compañeros le decían:
        - Pareces un pato mareado.
        El hombre le respondió:
        - ¡Bah!, a mí no me pasa nada por beber un poco.
Cuando salió del trabajo se perdió, fue por todas partes hasta
que llegó a un bar. Empezó a tomar copas hasta que se emborrachó otra
vez. Luego se marchó del bar y dando tumbos, por fin llegó a su casa. Se echó en la cama y se quedó dormido.
        Pasaron los meses y el hombre cada vez se encontraba peor. Sus compañeros de trabajo y sus amigos le aconsejaron que dejase de beber.    
       Al final les hizo caso, porque comprendió que el alcohol era malo para su salud.  






        La rata que le gustaba mucho el alcohol      (Aroa Fernández Jaén)

Érase una vez una rata llamada María que le gustaba mucho el vino y
los licores.
Un día quedo con sus amigos para almorzar.
Los amigos empezaron a notar que se estaba tardando. Fueron a buscarla y se la encontraron con una copa de vino en la mano y andando muy mareada. Ramón que era un gran amigo de ella la llevó a su casa y la  acostó para que durmiese.
Un día quedaron entre ellos para hablar de lo que le ocurría a  María y decidieron enseñarle vídeos sobre los daños graves que causa el alcohol.
        Por la tarde le dijeron que fuera a su casa que iban a comprar unas botellas de licor. Al entrar en su casa no había botellas, pero vio una pantalla. Se encendió y empezó a verse el video de los problemas que provocaba el alcohol.
        Cuando terminó el vídeo salieron de un escondite sus amigos y le dijeron a María:
- ¿Has visto los problemas que puede causarte el alcohol?
- Sí y viendo como podría ser mi futuro, voy a dejar de beber.
- Bueno y ya una última pregunta ¿Porque no vamos a cenar al restaurante Ratatuille?
        - Venga, de acuerdo, pero antes quiero deciros una cosa, os pido perdón por no haberos hecho caso y gracias por terminar de hacerme razonar.
        Fueron a cenar y lo pasaron estupendamente, sin beber alcohol.
        Desde aquel día María no volvió a beber más bebidas alcohólicas y fue muy feliz.





El hombre fumador            (Virginia García Rodríguez)

Érase una vez un hombre llamado Pedro que fumaba tanto que un día tuvo que ir al médico porque se encontraba muy mal.
El médico le dijo:
- Pedro tienes que dejar de fumar.
- No puedo, estoy muy enganchado.
        Pedro siguió fumando mucho.
Al cabo de unas semanas Pedro se encontraba muy mal y tuvo que volver al médico
- Pedro tienes que dejar de fumar si no podrás perder un pulmón.
- Voy a intentarlo.
        - Bueno te deseo mucha suerte y te voy a dar cita para que vengas  dentro de un mes, espero que estés mejor.
El día a día de Pedro era muy complicado porque le faltaba el tabaco. Pero con un gran esfuerzo y la ayuda de sus familiares y amigos lo fue dejando.
Al mes siguiente fue a la cita con el médico. Éste le dijo:
- Pedro muy bien lo has conseguid, has logrado dejar de fumar.
- Todo ha sido gracias a usted, a mi familia y a mis amigos que siempre me apoyaron.
Pedro desde entonces se encuentra muy bien. Hace mucho deporte sin cansarse, cosa que antes hacía con mucho esfuerzo. Ahora se dedica a ir a una asociación de personas que quieren dejar de fumar, a contar su experiencia pasada.
Ahora vive muy feliz sin fumar.







 El país de la cerveza        (Claudia González Sánchez)

En el país de Cervecelandia, existía una gran fábrica de producción de cerveza. La mayor parte de sus habitantes trabajaban allí y cobraban un gran sueldo. Todos los bares estaban llenos y la gente siempre borracha.
Un día llegó al país un extranjero llamado John . Entró en uno de los bares y le dijo al camarero:
       - Hola, buenos días.
        - Buenos días.
        - ¿Me podría poner una cerveza sin alcohol?, por favor.
        - Una, ¿quéeee?
        - Una cerveza sin alcohol.
        - Nuestra fábrica no fabrica cerveza sin alcohol.
        El extranjero se levantó enfadado y le dijo que iba a hablar con el
presidente del país.
        Cuando llegó al palacio el presidente le estaba esperado, John le digo lo que le había ocurrido y le ofreció una solución.
- Señor presidente, ¿por qué no convierte la fábrica en una fábrica de cerveza sin alcohol?
- Pero entonces no estaría igual de buena.
- Sí está muy rica y además la gente no se emborracharía.
- Vale, de acuerdo.
Empezaron las obras en la fábrica, para hacer la nueva cerveza. Pero los trabajadores no estaban de acuerdo con que se cambiara la cerveza con alcohol por la cerveza sin alcohol. Así, que se pusieron en huelga.
Cuando se enteró John, fue a la fábrica y le dijo al dueño.
- Don Manuel, ¿por qué no quiere hacer las obras?
- Porque a los obreros les encanta la cerveza con alcohol y no quieren cambiarla.
- Pero si no la habéis probado.
A John se le ocurrió una gran idea, le dio a probar la nueva cerveza a todos los trabajadores. Les gustó mucho y decidieron seguir con las obras .
Pasaron tres meses y las obras terminaron.
La nueva cerveza fue  todo un éxito. Las personas ya no se emborrachaban y todos estaban más sanos.
Los países de al lado compraron la nueva cerveza, a la que llamaron John 0,0.





    Dos  hombres enganchados al tabaco   (José Claudio Herrera Marín)

Había una vez dos hombres que se llamaban Roque y Alfredo. Estaban muy  enganchados al tabaco. Un día se encontraron los dos
mientras paseaban  y juntos empezaron a conversar. Alfredo le pregunto:
- ¿Cuántos paquetes te has fumado hoy? 
- Pues ya llevo dos. Todos los días me suelo fumar tres, todavía me queda uno.
- ¡Tú sí que fumas! Yo solo me fumo un paquete diario.
         Los dos amigos siguieron preguntándose acerca de sus intereses mientras encendían un cigarro, cuando al entrar en un bar una mujer les dijo:
         - Perdone, pero aquí está prohibido fumar. Además he visto como antes habéis tirado las colillas al suelo, teniendo una papelera al lado.
         Alfredo apagó el cigarro y pidió disculpas a la mujer. Roque, en cambio, siguió fumando.
        Acababa de comenzar el Hércules – Barcelona, y como en el bar  lo estaban televisando, ambos se quedaron a verlo. En el bar había multitud de niños y algunos ancianos, pero aun así Roque siguió fumando. Alfredo le pidió a Roque que apagara el cigarro, pero dijo que no le hacia daño a nadie. Entonces un hombre le dijo a Roque:
        - Perdone, ¿podría dejar de fumar? Es que hay niños que no tienen por qué tragarse el humo de su cigarro.
        - Si no quiere respirarlo, váyase a otro lado.
        El hombre no aceptó esa respuesta y tras empujarle, ambos se
pelearon. Alfredo tuvo que separarlos, pero el encargado del bar llamó a la policía y cuando llegó todo el mundo le contó lo que había sucedido en el bar.
        La policía se llevó a Roque, y Alfredo se dispuso a acompañarlo.
        Roque tuvo que pagar una multa por lo sucedido en el bar.
        Pagó la multa pero siguió fumando. Alfredo en cambio consiguió dejar el tabaco. Su amigo Roque se puso enfermo de los pulmones y al final dejó de fumar.






                Los hombres fumadores.   (Cristian Jurado López)


Había una vez un hombre que se llamaba Manuel y que fumaba mucho. Fumaba a todas las horas, de día y de noche.
Un día se encontró a su amigo Diego que no fumaba. Manuel estaba fumando un cigarro y Diego le pregunto:
- ¿Qué es eso?
- Es tabaco
Manuel le contó que le gustaba fumar porque así parecía mayor y nadie se metía con él. Diego pensó que a él también le gustaría ser mayor y le pidió un cigarro a Manuel
- ¿Me puedes dar un cigarro, por favor?
- Vale.
Manuel le dio un cigarro y a partir de ese día Diego empezó a fumar.
Sentía que era mayor y ya no se metían con él.
Diego compraba todos los días tabaco y se lo fumaba en todas partes; en su casa, en los bares, en el parque etc.
Se lo contó a sus amigos. Uno de ellos le preguntó
- ¿Por qué fumas?
- Porque así parezco mayor.
        Los amigos le dijeron:
        - Eso es una tontería, es mentira. Tú no pareces mayor. Eres el mismo de siempre.
        Diego le contesto:
        - Nos os haré caso
        Los amigos le dijeron:
        - Fumar es malo y te puede matar.
        Diego dice:
        - Seguiré fumando.
        Diego y Manuel siguieron fumando.
        A la semana siguiente los dos fueron al médico porque les dolía el pecho. Los dos le dijeron al médico:
        - Doctor, nos duele el pecho.
        El médico le contesto:
        - Vale, os voy a hacer una prueba.
        El médico se los llevó. Después de hacerles las pruebas les dijo:
        -Tenéis los pulmones negros de tanto tabaco. ¿Por qué fumáis?
        Ellos le contestaron:
        - Porque nos hace parecer mayores.
        El médico les dijo:
        - Eso es mentira, decir esas cosas es de niños pequeños.
        Al final el médico les convenció y ya no fumaron más.





¡No hay que fumar!          (Ana Cecilia Marchán Chaves)

        Había una vez, en una ciudad, una niña que se llamaba Naki.
        Un día Naki salió del colegio y cuando iba por la esquina de su casa,
nada más veía colillas y mucha gente fumando. Cuando llegó a su casa le dijo a su padre:
                    Papá, todo el mundo está fumando.
        Se fue para su cuarto y se asomó a la ventana. Solo le entraba humo y tuvo que cerrarla. Luego se acostó y se quedó pensando qué podría hacer.
        Pensó fabricar un tabaco que tuviese muy mal sabor y que oliera tan mal que no se pudiera ni respirar. Llevó el tabaco a los estancos para que lo vendieran. La gente compró el tabaco nuevo. Todos decían que al tabaco le pasaba algo. Entonces volvieron a comprar el tabaco que fumaban antes. Lo que hizo Naki no había servido para nada.
        Un día fue al médico, Lucía, una mujer que fumaba mucho y le dijo al médico:
        - Me duele mucho el pecho y la barriga.
        - Vamos a hacerle una radiografía y una ecografía.
        - Vale.
        Cuando terminó de hacerse la radiografía y la ecografía, le dijeron que esperase en la sala de espera.
        Poco después, llegó el médico y le dijo:
        - Usted está embarazada de dos meses, pero también tiene una lesión en el pulmón derecho, ¿usted fuma?
        - Sí.
        - Si usted quiere que su hijo no se muera, tiene que dejar de fumar.
Voy a mandarle unas pastillas.
        Cuando salió de la clínica habló con todas las personas que conocía para intentar convencerlas de que dejaran de fumar. Algunas le hicieron caso y otras no.
        Pasaron los meses y nació su hija. Le puso de nombre Salud, la niña era muy guapa. Le puso ese nombre porque gracias a ella dejó de fumar.
        Fueron muy felices.




        La conejita drogadicta                          (Marta Martínez Mariscal)

Había una vez una coneja llamada Rosa. Era una coneja que no dejaba la droga.  Sus amigos le daban de lado y nadie la quería.
Un día la llamó por teléfono de la clínica la doctora Blanca, para hacerle unos análisis. Rosa le respondió:
- De acuerdo, mañana estoy allí.
- Vale muchas gracias. Adiós, hasta mañana.
        Al día siguiente Rosa se fue para la clínica, iba muy feliz. Se encontró a un conejo. La coneja le preguntó:
- Hola, ¿cómo te llamas?
- Yo me llamo Felipe. Encantado de conocerte. ¿Y tú?
- Yo me llamo Rosa
La coneja se tenía que ir rápidamente para la clínica porque tenía cita para hacerse los análisis. Le dijo al conejo.
- Perdona, pero tengo prisa. Adiós, me tengo que ir.
- Adiós.
Rosa se había enamorado de Felipe.
Cuando llegó a la clínica, la doctora le  hizo la analítica. Los resultados no fueron buenos. La doctora le dijo:
- Rosa, si quieres ponerte bien tienes que dejar la droga.
         - De acuerdo.
 Pocos días después, Rosa se encontró a Felipe. Le contó el problema que tenía con las drogas. Él le aconsejó que las dejara y ella le prometió que iba a intentarlo.
        A los dos meses, Rosa fue a la clínica. La doctora le dijo:
        - Rosa, supongo que habrás dejado la droga.
        - Sí, ya la he dejado
        A continuación, la doctora le hizo unas pruebas, una analítica y una ecografía. Al hacérsela vio que estaba embarazada. Ella se puso muy contenta y exclamó:  
- ¡No me diga tengo un bebé adentro!
- Sí y creo que es una conejita, ¿quién es el padre?
- El padre se llama Felipe y es muy guapo.
Al día siguiente Rosa se encontró con Felipe y le dijo:
- Hola, tengo que darte una noticia
        - ¿Qué noticia?
- Vas a ser papá de una preciosa conejita.
- ¡Qué bien!
 Pasaron nueve meses y Rosa tuvo una coneja muy bonita. Ya nunca más se drogó y los tres fueron muy felices.





           La niña que bebía vino        (Alba Omil Setó)

        Había una vez una niña que estaba con su padre en un bar. El padre se fue a la barra para pagar. La niña se quedó sentada y bebía del vaso de vino del padre.
Cuando llegó el padre, le riñó porque había bebido de su vaso:
 - ¿Por qué has bebido de mi vaso? ¡No sabes que el vino es malo para
la salud!
 - Papá no beberé más, te lo prometo, pero, ¿tú por qué bebes?
- Porque tengo muchos problemas, y estoy preocupado.
- Te prometo que no beberé nunca, si tú dejas de beber.
        - Vale, hija ya no beberé más.
        Desde aquel día la niña no bebió vino ni su padre tampoco. Los dos fueron muy felices.







El vicio del alcohol                 (Marco Antonio Ortega Morales)

Érase una vez en un pueblo, un alcalde que tenía una hija que se llamaba Pindi.
Un día Pindi se encontró con otra niña, que se llamaba Chely.
- Anda, si es la pava de Pindi.
- Quien lo dice lo es. ¡Ah!, se me olvidaba, se va a celebrar un concurso de inventos y quiero que asistas. Porque yo voy a participar y quiero que veas cómo gano.
- Pues que sepas que en realidad yo voy a ganar.
-Adiós.
-Adiós.
Cuando llegó el día del concurso asistieron varios concursantes que eran Lone, Mitsi, Cheli y Pindi.
Ese mismo día, cuando llegó todo el público, el alcalde dijo:
- Hoy es un gran día porque es el concurso de inventos. Aquí está Lone, con el champú capilar, donde te lo eches te sale pelo, Mitsi con su pintalabios para toda una semana, Cheli con un robot sirviente y Pindi que es mi hija, que ha inventado una cerveza de un rico sabor.
Cuando los jueces probaron todos los inventos le dieron el primer premio a Pindi.
Todo el mundo tomaba cerveza para celebrarlo, menos los niños que lo tenían prohibido.
Cuando pasó un mes todo el mundo estaba mareado, menos los niños. El alcalde se caía por todas las escaleras y se olvidaba de las habita-
ciones del ayuntamiento y de su casa.
Cuando los leliponitsuanos se dieron cuenta de que sus enemigos estaban mareados, fueron a atacarles para saquearles y quedarse con todas sus pertenencias como la ropa, las medallas, el dinero...
Mientras, Pindi dormía tuvo un sueño en el que un anciano decía:
        - Hola Pindi.
- ¿Quién eres?- preguntó asustada- ¿De dónde vienes?
- Soy Pitsitaqui, el mensajero legendario.
- Si tienes algún mensaje dímelo.
- Vale, mi jefe me ha dado una carta para ti.
           En la carta ponía: “Pindi, has desatado una catástrofe. Los leliponitsuanos van  a  atacar a tu pueblo. Cuando te despiertes tienes que conseguir que la cerveza desaparezca de Guadalcacín. Un abrazo. Athmut”.
         Cuando Pindi se despertó fue a buscar a un leliponitsuano.
Cuando encontró a uno dijo:
- Oye, ¿sabes que hay una bebida mágica en mi pueblo?
         -Te ordeno que me lo entregues.
-Vale está en un almacén, por ese pasillo a la izquierda.
Cuando pasaron unos meses el pueblo volvió a la normalidad, pero en Leliponia todos estaban mareados.
Al año siguiente iban a hacer un concurso, pero como a Pindi no le dejaron concursar fabricó más cerveza y se la bebió toda.  Le sentó tan mal que se convirtió en un dragón.
Cuando todo el mundo le vio se fueron corriendo pero el monstruo atrapó al alcalde y le dijo:
- Yo soy tu hija.
- ¿Pindi, eres tú? – preguntó aterrorizado.
- Sí papa soy yo.
- ¿Que te ha pasado?
- Las preguntas déjalas para el final. Si no me dejas participar te tiro por un acantilado.
- Vale, te dejo que participes todos los años.
Soltó al padre y le explicó por qué se había convertido en un dragón. Pocas horas después recuperó su aspecto habitual.
         Pindi no volvió a beber nunca más cerveza y pudo participar siempre en el concurso, pero cada vez que se enfadaba mucho se convertía en un
dragón.

 
     



  Muerte por las drogas.             (Antonio Palacios Romero)

Érase una vez, un niño que vivía en un pueblo muy tranquilo .Este niño se llamaba Juan, y le gustaba practicar el fútbol.
Juan tenía amigos en el colegio. Todos sus amigos jugaban también al fútbol, menos a uno que se llamaba Manolo. Manolo, era un chico amable, sensible y muy buena persona.
Un día, llegaron al pueblo a vivir una familia con sus hijos. Manolo, se hizo amigo de los hijos de esta familia que vendían y consumían drogas.      
Juan, al ser consciente y al informarse de que los hijos de esta familia consumían y vendían drogas, intentó convencer a su amigo Manolo que se fuera con él a jugar al fútbol, para que se retirara de esa familia.
Manolo no escuchó a su amigo Juan y se fue con los hijos de esta familia y poco a poco empezó a consumir droga.
Durante el año siguiente, Juan intentó que su amigo Manolo dejara las drogas. Manolo no podía dejarlas y se enfadaba con Juan.
Un día, los padres de Manolo, llamaron a Juan y le preguntaron:
- Juan, ¿por qué has dejado que mi hijo Manolo se haya metido en las drogas y no te lo has llevado contigo a jugar al fútbol?
Juan llorando de pena y de angustia, sin poder apenas hablar, le contestó a los padres de su amigo:
- Durante cinco años, he sufrido viendo como mi mejor amigo se estaba metiendo en las drogas. Mi culpa es el no haberos contado la verdad, pero la amistad con mi amigo Manolo me ha hecho callar; lo siento mucho.
Dos años después, Manolo se puso muy enfermo, y al poco tiempo  murió.
Hoy en día, su amigo Juan le echa mucho de menos y cuando va por la calle y ve a los padres de Manolo se pregunta:
- Dios  mío, ¿por qué no le conté a los padres de Manolo desde el primer día que su hijo consumía drogas?
Esa misma noche, Juan miró al cielo y vio la cara de su amigo que le dijo:
- Juan, debería haberte hecho caso y ahora no estaría muerto.
Juan se asustó mucho, cuando estuvo más tranquilo le respondió:
- ¿Cómo te encuentras ahí arriba?
- Bien, lo que me da es mucha pena no poder jugar con vosotros – dicho esto, la cara de su amigo se desvaneció en el cielo.
En la actualidad, Juan tiene 40 años y lo que más teme en su vida, lo que más le pide Dios, es que sus hijos nunca jamás consuman drogas ni otras sustancias parecidas.


   
                            


     


   Dejar de fumar                   (Alejandro Piñero Soto)

Había una vez un hombre que fumaba mucho. Un día estaba paseando por la calle fumando un cigarrillo. De pronto, dos hombres con capuchas negras le robaron la cartera con mucho dinero, los anillos de diamantes, un reloj de oro y una cadena de plata.     
El hombre salió corriendo detrás de los ladrones pero le dolía mucho el pecho y se desmayó. Primero fue a denunciar el robo y después al médico para ver lo que le pasaba. El médico le pregunto:
- ¿Usted fuma?
    - Sí, fumo mucho. Un paquete todos los días.
     - ¿A usted le dolió el pecho y se desmayó por culpa del tabaco?
El médico le explicó al hombre las consecuencias negativas del tabaco: ataques al corazón, se asfixia, ansiedad y la muerte. También le dijo que comprar tabaco gastaba dinero que podía ahorrar. Luego le dijeron que lo iban a operar de los pulmones. Al siguiente le dijeron que la operación había sido un éxito.
Al cabo de unos meses volvió al médico y le dijo que le dolía el pulmón:                                                                                                         
- Usted se tiene que operar otra vez y dejar de fumar, porque si no se morirá.
Al final el hombre se operó. Luego se convenció y dejó de fumar.
        Ahora vive con salud  y está mucho más contento.


  



        ¡Apaga ese cigarro!        (Alejandro Rodríguez Martín)


         Yolanda y Javier eran dos hermanos muy unidos. Un día tenía que ir a recoger a su padre al aeropuerto que venía de viaje de negocios.
Estando en el aeropuerto escucharon decir a una azafata que el vuelo en el que viajaba su padre estaba a punto de llegar.
Yolanda olió un olor un poco raro y le dijo a su hermano:
- Hay alguien fumando cerca, ¿verdad?
         - Enfrente de nosotros, es una señora…
        - No te preocupes que si te molesta nos cambiamos de asiento y punto.
        - No Javier, ¿no has leído que en los lugares públicos está prohibido fumar? Deberíamos decirle que no lo haga.
- Entonces deberíamos decirle que no lo haga
- ¿Eres capaz de hacerlo?
         - ¡Claro!, vamos.
        - ¿Y si te dice que ese es tu problema?
        - Claro que es mi problema, ese humo me hace daño. Yo se lo voy a decir.
        Se acercaron a la señora y Yolanda le dijo que por favor, apagara el cigarro. Ella le dijo que no pensaba hacerlo.
        De repente apareció un mago. Todas las personas que había allí se quedaron muy sorprendidas. Con su varita dio unos cuantos pases mágicos y la mujer tiró el cigarro a un cenicero.
        A continuación, el mago les dijo a los niños:
        - Soy el Mago Merlín, cuando tengáis algún problema llamadme…
        El mago desapareció.
        A partir de aquel día la mujer dejó de fumar. Los niños cada vez que necesitaban ayuda, llamaban al Mago Merlín.






     El rey, el sastre y la droga.       (Juan Pedro Romero Fernández)
        
En un país muy lejano vivía un rey llamado Pelayo. Al rey le gustaba que su sastre Carlos le hiciera la ropa a medida. Carlos salía todas las mañanas al bosque a buscar flores para dar color a las telas que después servían para hacer los trajes al rey.
Un día  Carlos se encontró una flor muy extraña de un color morado y exclamó:
         - ¡Este color tan bonito me servirá para hacerle el traje al rey que
quiere llevar en la boda de su hija Luciana! ¡Es perfecto!
Se la llevó y cuando la trituraba para sacar el color salieron unos polvos de la flor que le entraron por la nariz y dijo:
        - ¡Qué sensación más extraña!
Entonces empezó a reír y a ver cosas raras por todos lados y de co
lor rosa. Le gustó mucho y fue al bosque a buscar más. Solo encontró dos flores más. Se fue a su taller y volvió a hacer lo mismo la segunda vez y le gustó. Pero a la tercera vez se pasó y se desmayó. Después, se despertó y dejó esa flor que la llamó droga y le hizo el traje al rey. El rey muy contento dijo:                                                                                                 - Voy a ser el que mejor vaya vestido a la boda. Pero antes de irme te voy a proclamar consejero y ganaras el doble de dinero.                          
- ¡Qué bien!, muchas gracias Majestad!
        Al final el sastre fue muy feliz de consejero y nunca más probó las drogas, porque comprendió que las drogas son muy malas para la salud.





El hombre fumador       (Ana Ruiz López)

        Había una vez un hombre que siempre estaba fumando. Un día su
hija le dijo :
        - Papá no fumes más, que vas a enfermar.
        - No hija el tabaco no es malo.
        - Sí, es malo, porque yo vi el otro día que un hombre se murió por fumar y yo no quiero que tú te mueras papá.
        - Yo no me voy a morir.
        La madre volvió del trabajo y le dijo a su marido:
        - José el tabaco es muy malo. Yo he visto en la televisión una mucha-cha que se murió por fumar.
        El padre se creía que el tabaco  no era tan malo y no creía que nadie podía morir por fumar.
        La niña dijo:
        - Ves papá, como fumar es malo.
        -Sí es verdad, perdona hija por no haberte creído.
        - Vale, prométeme que no vas a fumar más.
        La madre, sin que la viera nadie, cogió el paquete de tabaco que tenía el padre en el cajón, y lo tiró a la basura. Cuando el padre fue a cogerlo, preguntó:
        - ¿Dónde está el paquete de tabaco?
        La niña le dijo:
        -Mamá lo ha tirado.
        - ¿Por qué lo has tirado?, si me lo pensaba acabar.
        - Papá, tú me has prometido que no vas a fumar más.
        - Es verdad hija.
        En ese momento llegó la madre de tirar la basura y el padre le
preguntó:
        - ¿Por qué has tirado el tabaco?
        - Porque no vas a fumar más.
        Al final el padre se dio cuenta que era mejor dejar de fumar por
su salud y la de su familia que era lo más importante.





La madre fumadora                    ( Ismael Sánchez Ramos)

Había una vez una madre que siempre estaba fumando su hijo le decía:
- Mamá deja de fumar ya porque es malo para tus pulmones para tu salud.
Y la madre le respondía:
- No lo dejo. Además, ¿cómo va a ser malo para mis pulmones y para mi salud?
El niño se fue y la madre siguió fumando en el patio. Un día fue la madre al médico porque le dolía el pecho. Al llegar a la consulta el médico le preguntó:
- ¿Qué le pasa a usted?
- Me duele el pecho.
- ¿Usted fuma?
-Si
- Pues si se fuma un cigarro más le dará un infarto.
Se fue la madre su casa muy preocupada y cuando llegó el hijo le
preguntó:
-¿Que te ha dicho el médico mamá?
- Me ha dicho que si fumo un cigarro más me dará un infarto, pero
eso es mentira.
La madre se fumó un cigarra más y le dio un infarto y el hijo le pre
guntó:
-¿Mamá que te pasa?
La madre no le respondía y el hijo llamó a la ambulancia. La ambulan-
cia llegó y llevaron a la madre al hospital y le hicieron una descarga eléc-
trica en el pecho y la madre despertó y el médico le dijo:
-Le ha dado un ataque al corazón por fumar.
El hijo le preguntó:
-¿Se va a poner bien?
- Depende de ella. No debe fumar más.
Al día siguiente cuando la madre estaba sola en la habitación, apareció un ángel de cabello rubio con una túnica blanca. Era su ángel de la guarda. Le dijo:
- He venido para anunciarte que como sigas fumando podrá tener consecuencias graves.
Ella le prometió que iba a dejar de fumar.
Cuando pasaron los quince días le dieron el alta. El hijo estaba muy
contento con su  madre porque había dejado de fumar.
A partir de entonces ella tuvo mejor salud y toda su familia fue más feliz.





La recién nacida                 (Belén Vázquez Fernández)

        Érase una vez una mujer que le gustaba mucho hacer deporte. La mujer se llamaba María.  Le dijo a su novio:
        - Pepe me voy al gimnasio, hasta las no vengo.
        - Vale.
        Al salir María del gimnasio, se encontró con un amigo que se llamaba Juan.
        - Hola Juan, ¿cómo estás?
        - Muy bien. ¿Quieres un cigarrito?
        María se quedó pensando, porque a ella otras personas le habían preguntado lo mismo. Después de haberlo pensado dijo:
        - Bueno vale pero ahora no que me voy al gimnasio si no llego tarde.
        - Adiós.
        - Adiós
        Cuando salió del gimnasio, se encontró otra vez con Juan y le dijo:
        - ¿Vas a probar el cigarrito?
        María le dijo que sí.
        Desde aquel día tuvo que dejar el deporte porque se asfixiaba.
        Cuando pasaron dos años, María se quería casar con Pepe y tener una hija. Un día, en el mes de Mayo se casó. Tuvo una hija que le llamo Natalia.     Por culpa del tabaco Natalia nació con problemas de respiración.
        Entonces María pensó y dijo:
        - Voy a dejar de fumar.
        Desde aquel día María se dio cuenta de que fumar es malo, y no volvió a fumar más.
        Un día apareció un hada y le dijo:
        - Sé lo que le pasa a tu hija.  Ella no tiene culpa de lo que le pasa. Voy a darte una poción mágica para que se la des, pero tienes que prome-
terme que vas a seguir sin fumar
        María se lo prometió al hada. Se puso muy contenta  y de dio las gracias.
        Más tarde le dio la poción a su hija y se puso buena.
        Desde entonces, la familia fue muy feliz.






                                                                                                                                                                            La familia Miller       (José Alberto Vela Doña)                                                                               
        Había una vez un pueblo llamado Kinston.
Allí vivía una familia con sus dos hijos. Los niños se llamaban Juanito y Rosita.
El padre trabajaba en una fábrica donde echaba muchas horas y no tenía mucho tiempo para jugar con los niños.
Rosita todos los días le preguntaba:
- Papá, ¿cuándo vas a llegar un día temprano a casa?
Su padre le contestó:
- Muy pronto hija.
Un día despidieron a todos
los trabajadores de la fábrica, y ese día llegó temprano a casa.
Juanito le dijo:
- Papá, ¡qué alegría!, hoy has llegado temprano.
- Si hijo le contesto, es que me han echado del trabajo.
Desde aquel empezó a beber alcohol y a emborracharse. También le
pegaba a sus hijos y a su mujer.
Rosita le gritaba:
- ¡Papá, no me pegues no me pegues!
- ¡Rosita ven a esconderte!- le dijo su hermano.
Una noche venia tan borracho, que empezó a destrozar los muebles y a chillar.
La madre asustada llamó a sus hijos:
- ¡Rosita, Juanito levantarse nos tenemos que ir!
Salieron corriendo y se fueron a un centro de mujeres maltratadas.
Rosita y Juanito le preguntaban a su madre:
- Mama, ¿qué le pasa a papá?
- Papá está enfermo, pero muy pronto se curará.
En la casa, al padre se le apareció un hada madrina, le quería dar una poción mágica, para convencerlo de que debía dejar de beber. Él quería pegarle al hada pero ella, movió su varita mágica y lo dejó inmóvil. Después le dio la poción mágica y más tarde, cuando recobró el movimiento lo llevó al centro de Alcohólicos Anónimos.
 Allí estuvo varios meses. Cuando estuvo curado fue a su casa a hablar con su familia. Al llegar les dijo:
- Quiero pediros perdón. Os prometo que no beberé más y me portaré bien con vosotros.
Su mujer y sus hijos estaban muy contentos.
Desde aquel día, él cumplió con su promesa fueron siempre muy felices.