El sol va jugando
sin prisas
con el atardecer...
No desaparece aún.
Mira y me guiña
un pequeño resplandor.
La brisa mece lentamente
esta sensación de quietud infinita.
Respiro el olor a yodo y a sal.
Veo a esa gaviota,
rozando con su pico las olas
rozando con su pico las olas
y mojándose en la espuma.
Me zambullo en el mar.
Sintiendo,
en un suave estremecimiento,
la oscuridad de la noche.
Rafael Amigueti Infante (24 de abril de 2003)
Hola profe. He visto tu poesía pero no la he entendido muy bien. Yo le daría un 8. (Sin ofender)
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