jueves, 20 de enero de 2011

La bruja Pepina.


Había una vez una bruja que se llamaba Pepina, pero la cono-
cían como la bruja Metepata.
         Vivía lejos del pueblo, en una vieja mansión llena de espíritus traviesos.
         Un día se fue volando, montada en su escoba hacia el pueblo. La seguía su murciélago. Iban a comprar alimentos.
         A la vuelta, la bruja le dijo al murciélago:
         - Pepote, tendré que ir andando hasta casa porque se ha roto la escoba.
         - Vale, yo iré volando a tu lado.
         De repente, la bruja exclamó:
         - ¡Oh!,  Pepote, he encontrado un niño dormido.
         - ¿Nos lo llevamos, bruja?
         - Sí, es una buena idea.
         La bruja le echo al niño unos polvos mágicos para que no se despertara. Después lo cogió en brazos y fueron en dirección a la mansión.
         Cuando llegaron, dijo Pepina:
         - Vamos a hechizarlo. Pepote, coge el libro de los hechizos
         El murciélago cogió el libro con su pico, se lo dio a la bruja y le preguntó:
         - ¿En qué vas a convertir al niño?
         - Lo convertiré en una rana.
         Entonces la bruja empezó a decir las palabras mágicas:
         - Pata calabra, onda de patas, te convertirás en una rana.
         Pero, en vez de una rana, lo convirtió en un león, que empezó a perseguirlos rugiendo.
         - ¡ Deprisa Pepote, coge la escoba de repuesto y vámonos de aquí! – gritaba la bruja muy asustada.
         Salieron huyendo, Pepina montada en la escoba, acompañada por el murciélago que volaba a su lado.
         Luego fueron al bosque a buscar los ingredientes para hacer el hechizo. Cuando regresaron, el león estaba dormido. La bruja hizo otro hechizo y convirtió al león en niño otra vez.
         El pequeño salió corriendo para su casa, muy asustado.
         La bruja y su murciélago se reían a carcajadas.

                                Juan Manuel Martínez Montes (Curso Escolar 1999- 2000)

No hay comentarios:

Publicar un comentario