domingo, 2 de enero de 2011

Ramona y la lámpara mágica.



 Érase una vez una niña llamada Ramona que estaba caminando por la calle y se encontró una lámpara mágica. Cuando llegó a su casa todo el mundo estaba durmiendo. Subió a su cuarto, se puso el pijama y empezó a rezar. Al terminar de rezar cogió la lámpara y dijo:
         - Dios mío,  por favor, quiero que mi familia sea millonaria.
          Se acostó y al poco rato se quedó dormida. Al día siguiente, por la
mañana se despertó en un cuarto que no era el suyo, pero era más grande y más bonito. Bajó a desayunar y se encontró a seis criadas limpiando la casa y dos en la cocina preparándole el desayuno. La niña, muy nerviosa, le preguntó a una de ellas:
- ¿Dónde están mi  madre  y mi padre?
          - Buenos días señorita Ramona, cálmese que la veo muy nerviosa.  
          -Vale ya estoy calmada, ahora contésteme, por favor.
- Su madre está dándose un masaje de chocolate en la Clínica Rosa Hermosa . Y su padre esta haciendo negocios para tener su décimo cuarto chalet.
Ramona se preguntó que es lo que había pasado, por qué su vida era ahora así. Pero, rápidamente recordó que le había pedido ese deseo a la lámpara que se encontró en la calle.
Después fue a un colegio donde iban todos los niños y niñas ricos. Allí estuvo hasta las ocho de la tarde. Cuando regresó, se bañó en su preciosa bañera de mármol, cenó y luego se puso el pijama. Antes de acostarse, le pidió a la lámpara que al día  siguiente lloviesen caramelos dentro de la cocina.
           Por la mañana se despertó por culpa de un gran ruido. Ramona le preguntó, con cara de mosqueada a la criada:
           - ¿Qué es ese ruido?
           - ¡Señorita están cayendo caramelos del techo de la cocina!
            -¡Que bien, mi deseo se ha cumplido!
            - Señorita, se me ha olvidado decirle que sus padres me han dicho que le comunique que se van nueve meses a Hollywood de vacaciones.
             - ¡ Oh, no, que horror!
             A los tres meses, Ramona no aguantaba más sin sus padres y por la noche le pidió a la lámpara mágica que todo volviera a ser como antes.                  
             A la mañana siguiente, cuando se levantó estaba en su cuarto y en su verdadera casa. Vio a sus padres. Se fue corriendo hacia ellos y les dio
un fuerte abrazo.    
                                                      Aroa Fernández Jaén (Curso Escolar 2010- 2011)








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