sábado, 2 de abril de 2011

El póster. (Un relato de terror en blanco y negro)




        Un día estaba en mi habitación, ordenando los libros y haciendo mi cama. De repente, fijé la vista en el póster que pocos días antes había pegado en la pared y me quedé horrorizada. 
        En la lámina, que representaba un bello fondo marino, tres peces de colores tropicales, rodeaban a un extraño ser que no estaba antes en el póster. La cabeza era parecida a la de un muñeco, con el pelo negro. 
         Su cara tenía una expresión burlona y, a la vez, diabólica. En la boca, que la tenía abierta, había unos dientes muy puntiagudos y su cuerpo era la cola de un pez. En vez de aletas tenía dos brazos, cuyas manos terminaban en afiladas uñas.
Un escalofrío empezó a recorrerme la espalda cuando vi que sus ojos se movían. De repente, una mano me tocó la espalda y di un respingo. Era mi hermana Luisa. Al ver mi cara de asombro, me preguntó:
- María, ¿qué te pasa?                                                           
- Nada…, estaba mirando el póster.


- Y, ¿qué le ocurre al póster? – dijo ella mirándolo sin notar nada extraño.
- Nada, nada…
- ¿No has escuchado a mamá?, ya está la comida en la mesa.
- Ya voy, Luisa.
Poco después estaba sentada en el salón de mi casa, con un humeante plato de arroz por delante.
Mi familia se comportaba con toda normalidad. Mientras comíamos la tele estaba encendida, aunque nadie la veía ni la escuchaba. Mi abuela, regañaba constantemente a mis hermanos ; papá y mamá discutían por tonterías. Luisa no quería comerse el segundo plato y Antonio, mi otro hermano, quería comer más de la cuenta y beber más refresco que nadie.
Yo miraba a mi madre. De repente, su imagen destacaba con un brillo especial entre los demás miembros de la familia…


“Mamá, necesito hablar a solas contigo…” – pensé, muy angustiada.
Ella pareció captar mis pensamientos y me dijo, mirándome fijamente:
- María, ¿me ayudas a traer el postre?
- Sí, mamá…
Ahora me veía hablando con ella en la cocina, que aparecía ante mis ojos de mayor tamaño y bañada con una luz blanca muy brillante.

- Te veo muy preocupada, ¿qué te ocurre? – me preguntó mi madre.
- No sé cómo empezar… Me ha ocurrido algo muy extraño pero…, es que no logro acordarme – le dije muy asustada.
De repente, no recordaba lo que tenía que contarle. Sabía que era algo que me daba mucho miedo, pero por más que me esforzaba no lograba acordarme.
Volví a la mesa. La cara de toda mi familia y sobre todo la de mi madre, expresaban preocupación. Comí de forma automática, sin tomar el postre.
  Al subir por la escalera, que tenía más escalones de los que yo 

siempre había visto, parecía que iba flotando.
Cuando entré en mi habitación y vi el póster, recordé de repente lo que quería contarle a mi madre. Me quedé casi sin respiración cuando observé que el ser de la lámina me sonreía. Al enseñarme sus afilados dientes me dijo, con una voz muy aguda y chillona que resonó en el dormitorio:
- ¿No te acordabas ya de mi?...
Me quedé inmovilizada de terror y no me salían las palabras de la boca.  Poco después entró mi hermano Antonio en la habitación y, al ver mi cara de espanto me preguntó:
- María, ¿qué te ocurre?
- Antonio, mira el póster, por favor, ¿ves algo raro en él?
 Mi hermano observó con atención la lámina y me dijo:
- ¿Qué le pasa?, no veo nada raro…
Estaba muy angustiada, ya que el extraño fenómeno solo lo percibía yo. Mientras mi hermano había estado mirando, sin notar nada extraño, 

la figura monstruosa me sonreía con gran maldad, enseñándome sus horribles dientes.
    Otra cosa que me asustaba era la amnesia que había tenido al intentar explicarle a mi madre lo que me ocurría. Yo siempre le contaba las cosas que me pasaban y ahora no lo podía hacer.
    Le fui contando a mi hermano lo que pasaba y él iba poniendo cara de asombro al escucharme. Cuando terminé, me dijo:
        - Hay que decírselo a papá y a mamá.
        - Yo he intentado contárselo antes a mamá pero no he podido. Es como si de repente se me hubiera borrado de la memoria, tengo mucho miedo.
        - Si quieres yo te ayudo a decírselo. Lo que es muy raro es que lo veas tú y yo no.
        A continuación, intentamos contárselo a nuestros padres
 
pero, nos pasó igual que me había ocurrido a mí, se nos olvidó lo que teníamos que decirles.
        Después se lo contamos a Luisa. Ella dijo que quería ir al dormitorio a ver si veía moverse la figura del póster.
Cuando estábamos en la habitación, mi hermana se puso a mirar fijamente la lámina. A los pocos minutos dijo:
- María, yo no veo nada raro.
        Antonio y yo también mirábamos fijamente el póster.
Solo yo escuché el mensaje que aquel ser transmitía a mi mente:
-“Quiero que vengas conmigo, a mi mundo…”
   Mis hermanos observaban muy asombrados como introducía 
una pierna en el póster como si atravesara la pared. Muy asustados, me sujetaron con todas sus fuerzas, sin poder impedir que yo siguiera entrando lentamente dentro de la lámina.
  De repente se escuchó la voz de mamá que nos llamaba desde la planta baja:
   - ¡Bajad a comer!
        Al escuchar a mi madre, parecía como si me hubiera despertado. 

  Salí despedida del póster, hacia atrás, empujada por una fuerza colosal.  Caí encima de mis hermanos, lastimándonos.
  Ahora estábamos otra vez en el comedor, cenando. Mi abuela se encontraba en aquellos momentos en su habitación.
   Mi hermano, tan impaciente como siempre, quería contárselo todo a mis padres:
  - Os tengo que decir algo que nos ha pasado en el dormitorio de mis hermanas.
  - ¿Qué ha ocurrido? – le preguntó mi padre.
 
        Volvió a ocurrir otra vez lo de siempre, se nos olvidó todo.
        Después de cenar, estuvimos viendo la tele y, al poco rato nos acostamos.
        Por la madrugada, cuando todos dormíamos, escuchamos una voz que nos llamaba:
        - Venid conmigo…, venid…
        Fuimos andando, sonámbulos, en dirección al póster y entramos en él. Yo sentí la misma sensación como si me zambullera en el mar. Con la frialdad del agua nos despertamos. El ser monstuoso no se veía ahora.    Aunque íbamos nadando por debajo del agua, podíamos respirar sin dificultad.
        De repente apareció el monstruo. Estaba muy cerca de 


nosotros. Su tamaño era gigantesco.
        - ¿Quién… eres? – le pregunté, muy asustada.
        - Soy Krillg, el ser que devora a las personas antipáticas y a las que no se portan bien con los demás. Al principio solo quería comerte a ti, pero me he dado cuenta de que vosotros dos también sois antipáticos y os portáis mal. Os devoraré a los tres – dijo  abriendo su enorme boca de horribles dientes y lanzándonos una mirada terrible.
        - Pero…, si nosotros no hemos hecho nada malo – dije yo muy asustada.
        - Eso es lo que vosotros creéis – me respondió, mientras movía su enorme cola de pez.
        Se formó una gigantesca burbuja transparente. Dentro de 

ella fueron apareciendo imágenes en tres dimensiones, que parecían que iban a tocarnos.
        En una de esas imágenes se veía a mi hermano en clase, cuando le dijo a Pedro, su maestro, que era muy bueno con sus alumnos y alumnas:
- Yo, el  próximo curso quiero estar con la señorita Maribel, que es más buena que tú.
Las imágenes desaparecieron de la burbuja.
- ¿No te da pena de tu maestro? – le preguntó Krillg.
- Me da igual – le respondió mi hermano.
- Pues por eso quiero devorarte, por tu falta de sentimientos.
- ¡No!,…¡no quiero que me mates!- exclamó aterrorizado.
- No temas, no morirás. Cuando yo te coma regresarás a tu mundo, pero seguirás siendo antipático durante toda su vida y cada vez tendrás menos amigos.
Antonio no le respondió, pero puso cara de importarle poco.
- Bueno, ya veo que te da lo mismo, tú sabrás lo que haces – le dijo Krillg.
     A continuación, aparecieron otras imágenes dentro de la burbuja. 

Era mi amiga Andrea. Se encontraba en el parque, hablando con otra niña. Estaba llorando, muy asustada.
- ¿Qué te pasa, Andrea? – le preguntó la otra niña.
- Es que… no quiero que me vea María hablando contigo.
- ¿Por qué?
- Porque no quiere que hable con otras niñas, solo quiere que esté con ella…, pero… yo quiero ser también tu amiga.
Las imágenes desaparecieron de la burbuja.
- ¿Qué me dices de lo que has visto, María? – me preguntó Krillg, sonriendo con gran maldad.
- ¡Yo quiero que Andrea sea solo mi amiga! – le respondí muy enfadada.
- Entonces tendré que devorarte a ti también.
- Me da igual.
Ahora en las imágenes de la burbuja se veía a mi hermana Luisa en el colegio. Estaban en el recreo.
Luisa hablaba con Elena, una niña nueva que había llegado al colegio hacía pocos días. Era muy bajita. Luisa y otras niñas le decían “enana” y eso la hacía llorar. Además, nadie le prestaba nada y sin embargo, todas querían usar sus cosas.
- Oye, enana, si quieres ser nuestra amiga, mañana nos tienes que dejar que nos comamos tu bocadillo. Si no lo haces, te pegaremos – dijo mi hermana, mientras la agarraba por el pelo y le  daba un tirón.
- ¡Ay!, ¡déjame que me haces daño! – decía ella intentando defenderse…
Las imágenes desaparecieron. A continuación se veía dentro de la burbuja a Elena, en la habitación de su casa, por la noche. 

Tenía la luz encendida y no podía dormir. Sentada en el borde la cama, miraba el reloj de madera que colgaba de la pared. Lloraba amargamente y decía:
- Ojalá no pasara el tiempo… No quiero que llegue mañana… Tengo miedo… Dios mío, ayúdame…
Las imágenes desaparecieron de la burbuja. Las caras de mis hermanos y la mía se pusieron tristes y nos quedamos en silencio.
- Ya es demasiado tarde, ¡os voy a devorar! – dijo aquel horrible ser mientras se acercaba a nosotros, abriendo su boca, que ahora parecía aún más grande.
Intentamos escapar, pero él era muy rápido. De un solo bocado nos tragó a los tres.
Dentro del cuerpo del monstruo estaba todo muy oscuro. Al rozarme  con sus afilados dientes me hice una herida en la espalda.
Sentía el contacto pegajoso del interior del cuerpo de aquel ser, un olor nauseabundo y un calor insoportable…
De repente, me desperté en mi cama muy asustada.
Afortunadamente todo había sido una pesadilla. Pero, al mirar  el póster vi con horror que el monstruo estaba dentro de él, aunque no se movía.
Desperté a mis hermanos, muy nerviosa y les conté el horrible sueño que había tenido. Nos quedamos muy sorprendidos cuando me dijeron que ellos habían soñado lo mismo que yo.
Poco después, mientras mirábamos el póster, yo les dije a mis hermanos:
- Creo que nos hemos portado mal. Desde ahora seré buena con todas las personas.
- Sí, es verdad, yo estoy arrepentida y quiero portarme bien con todo el mundo- dijo Luisa.
- Yo también quiero ser bueno – dijo mi hermano.
           Entonces vimos, muy sorprendidos, como el monstruo se iba
haciendo poco a poco invisible hasta que desapareció del todo.
Desde aquel día nos portamos bien con todas las personas y fuimos muy felices. El monstruo no volvió a aparecer nunca más.


                                Rafael Amigueti Infante (junio de 2000)     

                            Dibujos de: Silvia Belén, Adrián Manuel, Jaime y José Luis.

1 comentario:

  1. Hola profesor, me ha gustado el cuento pero no sé cual es la parte que da miedo, no es por ofender pero creo que es un cuento de misterio o de intriga pero no de miedo.

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