miércoles, 30 de marzo de 2011

La Feria del Libro: Orígenes, desde el País de la Fantasía.





Hace ya algunos años, Rafael, un hombre entonces joven, alto y delgado, paseaba por Guadalcacín.  Era maestro en el Colegio Público “La Campiña”. 
Iba pensando en la reunión que había tenido, días atrás, con Charo, Miguel y otros miembros del Grupo de Cultura. Le habían propuesto que les ayudara a participar en la Feria del Libro. Él no estaba muy decidido.
De repente, al entrar en la Plaza Artesanía vio un gran resplandor que le hizo cerrar los ojos. Al abrirlos vio que aparecía ante él una bruja muy anciana, montada en su escoba. Rafael se asustó mucho al verla.
        - No tengas miedo, que no voy a hacerte ningún hechizo – dijo, mientras se bajaba de la escoba y se reía a carcajadas.
        - ¿Quién eres?, ¿de dónde has salido?
        - Soy la bruja Pepina. He salido de uno de los cuentos que vais a exponer en la Feria del libro. Tú te llamas Rafael, ¿no?
        - ¡No me digas!, ¿cómo lo has averiguado?
        - No olvides que soy una bruja y tengo poderes. Quiero que me ayudes. Me he dado cuenta de que los niños y niñas de Guadalcacín cada vez leen menos. Necesito que participes y ayudes a que la Feria del Libro sea una realidad. A ver si todos se aficionan a leer, porque si no, los cuentos nos ponemos muy tristes y podemos desaparecer, si nadie nos lee.
        De repente apareció un pirata con muy mal humor. Se acercó a donde estaban la bruja y Rafael y dijo muy enfadado:
        - ¡Grumetes!, mi barco ha desaparecido. ¡Necesito que alguien lea mi cuento! ¡Soy el pirata Barbanegra!
- No te pongas triste, creo que te puedo ayudar pero antes debéis buscar a algún niño o a alguna niña para que lea en voz alta mi cuento, para que mi conjuro sea efectivo y pueda traer tu barco- le dijo la bruja.
 Los dos estuvieron de acuerdo. Esperaron un poco y  cuando apareció un niño muy pequeñito, con  la cara llena de pecas lo llamaron. El pequeño, se llamaba José. Al principio se asustó un poco al ver a los dos personajes fantásticos pero ellos lo tranquilizaron. Después el pirata le preguntó a la bruja:
- ¿Dónde está tu cuento?
- Está guardado con los demás cuentos en casa de Pepa, una maestra que vive en esta plaza. Pero yo voy a hacer que aparezca aquí.
Pepina movió las manos y dijo:
- Carabín, carabán, que se aparezca ya.
En ese mismo instante, el libro apareció ante ellos flotando, se acercó al niño y se depositó suavemente en sus manos.
- Ahora tienes que leerlo en voz alta.
- De acuerdo – dijo el pequeño.
El cuento era muy cortito y lo había inventado un niño. Tenía un dibujo al principio.
       José leyó el cuento de la bruja Pepina, que era muy traviesa, pero con buenos sentimientos. El pequeño, cuando terminó de leerlo le dijo:
- ¡Qué bonito es tu cuento!
- Muchas gracias – le respondió Pepina, muy contenta.
- Me tengo que ir, mi madre me ha dicho que no tarde mucho. Tengo que merendar.
- Espera, voy a hacer un conjugo para que al pirata Barbanegra
recupere su barco.
        - ¿Por qué ha perdido el barco? – le preguntó el chiquillo.
        - Porque los niños y niñas de Guadalcacín cada vez leéis menos – le dijo el pirata.
        - Es necesario que haya una Feria del Libro en este pueblo para que los cuentos no desaparezcan en el olvido – opinó la bruja.
        A continuación echó al aire unos polvos brillantes y dijo unas palabras mágicas:
        - Rancaplín, rancatlán, que el barco pirata aparezca ya.
        De repente, en medio de la plaza, apareció un gran barco pirata, con su bandera con la calavera, flotando en medio de la plaza en unas nubes azuladas. En uno de los mástiles había un loro que repetía una y otra vez.
        - Lorito real, lorito real, dama la patita y te daré un dedal.
        El pirata, entró en el barco y, antes de irse dijo:
        - Muchas gracias por vuestra ayuda. Me marcho a mi cuento que tengo que hacer un viaje por los Mares del Sur, en busca de un tesoro perdido. Yo soy un pirata bueno, pero necesito que leáis mi cuento para que  siga viviendo dentro del libro en el País de la Fantasía…
        Dicho esto desapareció con su barco. La bruja se despidió del  niño y de Rafael, pidiéndoles por favor que leyeran su cuento y todos los cuentos que había en el mundo.
        Pepina y José se marcharon. Rafael se quedó en la plaza muy pensativo. Sin embargo, ya estaba decidido a colaborar en la Feria del Libro.
        Al día siguiente,  ayudó a montar la exposición de libros para que los niños  y niñas de Guadalcacín los leyeran…

…….   Así, año tras año, se ha seguido organizando la Feria del Libro con muchas actividades, como: teatro, títeres, talleres, coloreado de cómics, etc., además de la lectura, venta de cuentos y otros libros.
        Los alumnos y alumnas de los colegios del pueblo han ido todos los años a tomar contacto con los cuentos, metiéndose en ese mundo único de fantasía.
        De vez en cuando, Rafael ha visto pasar por la Plaza Artesanía, fugazmente, algún personaje de esos cuentos que le ha sonreído y le ha dicho suavemente al oído, como una caricia:
        - Gracias …
       

                                               Rafael Amigueti Infante (marzo de 2011)




1 comentario:

  1. Hola profesor, me ha gustado mucho el cuento. A mi me hizo gracia el nombre de la bruja. También te quiero dar una idea: me parecería mejor que pusieras en vez de poner que dijera la bruja "no te voy a hacer un hechizo" pienso que sería mejor "no te voy a lanzar un hechizo"

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